“Éste es mi segundo año como voluntaria del CAR y la verdad que es uno de los mejores momentos de la semana. Allí estamos con los niños, jugamos con ellas/os, hacemos diferentes actividades para entretenerlos/as, les intentamos hacer hablar en español, enseñarles ciertos valores y procuramos que disfruten de un rato a la semana todos y todas juntas.
Personalmente, creo que les hacemos mucho bien distrayéndolos/as, pues allí muchas tardes se las pasan encerrados/as en su cuarto o haciendo deberes y les vuelve locos/as poder pasar una hora dibujando, jugando al fútbol o haciendo un disfraz.
Además, a mí, como estudiante de Relaciones Internacionales, no sólo me ha ayudado a sentirme realizada como persona sino que, además, he podido aprender muchísimo de las familias que he conocido. Sin duda, es una experiencia preciosa porque las y los niños te cogen mucho cariño y están deseando que vuelvas y, además, te ayuda tanto a conocer otras culturas como a abrir la mente y comprender mejor la situación mundial con las personas refugiadas.”